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lunes, 8 de marzo de 2010

Esta tarde tuve un sueño


Estaba de viaje en algún lugar, no sé dónde, y me acompañaba mi hermana.


De repente, empiezo a sentir que mi visión es turbia, como si llevaras gafas y se hubiesen empañado los cristales. Sólo podía ver formas indefinidas. Agobiada le pido a mi hermana que nos alejemos de un centro bullicioso, lleno de turistas y de nativos que van de un lado a otro y que nos marchemos caminando a algún lugar a que me atiendan.

No sabemos bien hacia donde ir pero vamos caminando mientras hablamos de mil cosas.
Es extraño, a veces puedo recuperar por un momento la claridad, otras tengo delante de mis ojos como una nebulosa que me impide ver con nitidez.


Vamos por una calle llena de tráfico y un perro muy grande, de color canela y largo pelaje camina despacio por medio de la calzada. Está abandonado, debe de estar exhausto, con hambre.. parece que se arrastra sin dirección. De repente pasa un coche y le golpea las patas traseras. El coche sigue su camino y yo miro cómo el animal derribado en el suelo se queda quieto. Al cabo de un par de minutos se levanta y sigue unos pasos.. con una cojera aún más acentuada, pero resignado, como si no fuera la primera vez, como si estuviese habituado a la indiferencia de la gente y a los golpes.


Antes de poder reaccionar, giro la cabeza para decirle algo a mi hermana y oigo un golpe tan fuerte que cuando miro de nuevo a mi izquierda, compruebo que incluso ha arrancado de cuajo algunas piedras del asfaltado de la calle. El perro está tumbado a un lado, casi muerto. El hombre del coche baja y le grita porque el golpe le abolló la parte lateral de su coche. Luego, sube de nuevo al vehículo y se marcha. En ese momento soy consciente de que estoy viendo con toda claridad esa escena.


La gente pasa a su lado pero nadie se detiene a auxiliarlo. El perro se muere. Me voy hacia él y cuando lo tengo justo enfrente le tiendo la mano, él agacha la cabeza y cierra los ojos.. creo que tiene miedo. Pero él sabe que yo no le voy a hacer ningún daño y se acerca buscando mis caricias. De repente siento que me ahogan un montón de sensaciones en la garganta. Siento tanta rabia e impotencia que estallo en un grito horrible para caer al final derrumbada sobre mis rodillas al lado del perro. Con los ojos cerrados, poso la mano izquierda sobre la cabeza del animal que descansa encima de mis piernas mientras le acaricio su pelo.. su tacto es cada vez más suave.


Todo es confusión ahí fuera. Me parece oír gente pero como a lo lejos, creo adivinar luces de coches que me apuntan directamente a los ojos pero no puedo distinguirlos, no pueden pasar porque estamos justo en medio de la calle, pienso. No me importa, les odio a todos. Sigo con los ojos cerrados, mi propio grito me ha dejado en un estado de aislamiento en el que sólo existe la soledad de ese perro y yo.


Lloro deshecha.., es un llanto amargo que no deja escapar apenas lágrimas, porque no arranca de tanto que duele. Y no puedo concentrarme más que en los últimos estertores de ese animal, en su respiración y en cómo habrá sido su vida.. y sigo llorando porque me invade una pena infinita.. no puedo concebir que un ser vivo pueda conocer el amor y la compasión justo cuando está a punto de morir. Y sigo llorando y llorando porque creo que no merece la pena vivir en un mundo en el que te arrastras para ser golpeado una y otra vez mientras buscas ayuda a tu alrededor y no encuentras mas que indiferencia...

Y comprendo entonces por qué no puedo distinguir luces o personas, por qué no puedo reconocer los sonidos de la calle, por qué lo encuentro todo turbio, lejano y borroso..


Maya






2 comentarios:

moderrunner dijo...

Maya querida primero que nada decirte que mi hermana y yo siempre nos contamos los sueños, esos que nos dejan temblando ya sea de pena o de alegría.

Después quisiera darte algo de consuelo, no es fácil pues esto solo son palabras pero te aseguro que saber aceptar la muerte es como saber aceptar la vida.

Y finalmente asegurarte que hay un cielo para esos perros en algún bendito lado

Abrazo grande.

Josu Sein dijo...

Me iba a secar las lágrimas, pero las dejaré correr porque sé que llegan a alguna parte...