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miércoles, 28 de noviembre de 2018

Ahora me rindo a ti y eso es todo

“Antes me movía como el viento. Ahora me rindo a ti y eso es todo”. En 1886, el jefe apache Gerónimo capituló. Él y su veintena de irreductibles guerreros, que habían mantenido en jaque tanto al ejército yanqui como al mexicano durante una década larga, fueron deportados y nunca regresaron a sus tierras. Fue el último gran guerrero indio en rendirse. Su epopeya está narrada, de forma ficcional pero amena, muy documentada y en ocasiones brillante, en un libro reciente muy recomendable, “Ahora me rindo y eso es todo” (Anagrama), del mexicano Álvaro Enrigue. La colonización de Norteamérica y el genocidio de sus pueblos autóctonos está documentada en cientos de libros. Algunos son clásicos: “Bury My Heart At Wounded Knee”, de Dee Brown; “American Holocaust: The Conquest Of The New World”, de David Stannard; “Custer Died For Your Sins, An Indian Manifesto”, de Vine Deloria. Son libros desgarradores y tristísimos, hasta el punto de que tengo algún amigo especialmente sensible al tema que fue incapaz de acabar alguno porque le daba pesadillas.

Ayer, casualmente, charlaba con una alumna chilena sobre el mismo tema pero en el otro extremo del continente. Tuve en mi juventud una amiga querida que era descendiente de yámanas, indios canoeros del Canal Beagle, en la Tierra de Fuego. Su relato del destino trágico de sus antepasados era sobrecogedor. Por ella conseguí libros rarísimos por vías extenuantes, en una época muy anterior a internet y Amazon: “Uttermost Part Of The Earth” (1ª edición de 1943), de Lucas Bridges, el hijo del primer misionero inglés en la zona, que relata su vida de niño y joven entre yámanas y selk'nam u onas, los últimos de su estirpe que vivieron como llevaban haciendo sus antepasados durante milenios antes de ser aniquilados con una sevicia difícil de creer. (Creo que lo tradujo Altaïr hace unos años).También los tomos de Gusinde sobre etnografía y ritos de iniciación, muy técnicos pero reveladores de la compleja cosmogonía y el intrincado orden social de unos indios a los que un Darwin bisoño, con su desdén victoriano, calificó como los seres más miserables del planeta.

Imagino que cada pueblo del continente tiene, desde los albores de la conquista, un cronista que haya relatado, de manera más o menos veraz y con mayor o menor fortuna literaria, la historia del ocaso y extinción de su cultura. Para saber que la colonización de América es una amarga historia de codicia, intolerancia, cerrilismo o simple crueldad no hace falta ser un erudito ni un aficionado al tema, basta con una cultura general apañada y cierta sensibilidad.

A don Josep Borrell, ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno español, le atribuyen un gran intelecto ya desde sus años de ministro de Felipe González, en los 80. Parece que es un economista sobresaliente, no estoy en condiciones de rebatirlo. Pero sus palabras y sus actos son notorios y por ellos cabe dudar que sea un hombre leído o culto, ya no hablemos de prudente o cabal. Borrell dijo anteayer que “en los EEUU no hay problemas de integración porque lo único que hicieron fue matar cuatro indios”. Cuatro. Leo ahora que desde allí los descendientes de esos cuatro indios lo tachan de racista. No, hombre, don Josep es algo previo y más básico: don Josep es un patán, un borrico de traje y corbata que ni siquiera sabe que lo es. Un pobre hombre con demasiado poder".
Sergi Vergés.


Este post viene a raíz de las declaraciones de Josep Borrell.
https://youtu.be/L1Lx1h3E2JU 

sábado, 24 de noviembre de 2018

Para vivir

Muchas veces te dije que antes de hacerlo
Había que pensarlo muy bien
Que a esta unión de nosotros
Le hacía falta carne y deseo también
Que no bastaba que me entendieras
Y que murieras por mí
Que no bastaba que en mi fracaso
Yo me refugiara en ti
Y ahora ves lo que pasó
Al fin nació, al pasar de los años
El tremendo cansancio que provoco ya en ti
Y aunque es penoso lo tienes que decir
Por mi parte esperaba
Que un día el tiempo se hiciera cargo del fin
Si así no hubiera sido
Yo habría seguido jugando a hacerte feliz
Y aunque el llanto es amargo piensa en los años
Que tienes para vivir
Que mi dolor no es menos y lo peor
Es que ya no puedo sentir
Y ahora tratar de conquistar
Con vano afán este tiempo perdido
Que nos deja vencidos sin poder conocer
Eso que llaman amor
Para vivir
Para vivir

Pablo Milanés

jueves, 15 de noviembre de 2018