Somos quienes no somos, y la vida es veloz y triste.
El ruido de las olas por la noche es un ruido de la noche; ¡y cuántos lo han oído en su propia alma, como la esperanza constante que se deshace en la oscuridad como un ruido sordo de espuma profunda!
¡Qué lágrimas lloraron los que obtuvieron, qué lágrimas perdieron los que consiguieron!
Y todo esto, durante el paseo en la orilla del mar,
se me tornó el secreto de la noche y la confidencia del abismo.
¡Cuántos somos!
¡Cuántos nos engañamos!
¡Qué mares suenan en nosotros, en la noche de ser nosotros, por las playas que nos sentimos en los encharcamientos de la emoción!
Lo que se ha perdido, lo que se debería haber perdido, lo que se ha conseguido y ha satisfecho por error, lo que amamos y perdimos y, después de perderlo, vimos, amándolo por haberlo tenido, que no lo habíamos amado;
lo que creíamos que pensábamos cuando sentíamos;
lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción;
y el mar en todo, llegando allá, rumoroso y fresco, del gran fondo de toda la noche, a agitarse fino en la playa, en el decurso nocturno de mi paseo a la orilla del mar…
¿Quién sabe siquiera lo que piensa, o lo que desea?
¿Quién sabe siquiera lo que piensa, o lo que desea?
¿Quién sabe lo que es para sí mismo?
¡Cuántas cosas sugiere la música y nos sabe bien que no pueda ser!
¡Cuántas recuerda la noche y lloramos, y no han sido nunca!
Como una voz suelta de la paz tumbada a lo largo, el enrollamiento de la ola estalla y se enfría y hay un salivar audible por la playa invisible.
¡Cuánto me muero si siento por todo!
¡Cuánto siento si así vagabundeo, incorpóreo y humano, con el corazón parado como una playa, y todo el mar de todo, en la noche que vivimos, batiendo alto, zumbón, y se enfría, en mi eterno paseo a la orilla del mar.
Fernando Pessoa
1 comentario:
lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción...
Es que es tan difícil... hay veces en las que lo que consideramos recuerdos son más que eso y viceversa...
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