Yo te ofrezco mi última confianza.
La esperanza tan dulce, tan pulida, tan triste,
la promesa tan leve no me sirve.
Aunque sea un trueque mínimo, debemos cotejarnos.
No me sirve tan mansa la esperanza, la rabia tan sumisa, tan débil, tan humilde.
El furor tan prudente no me sirve.
No me sirve tan sabia, tanta rabia.
Estás sola, estoy solo; por algo somos prójimos.
La soledad también puede ser una llama.
El lado oscuro del corazón
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