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martes, 26 de febrero de 2019

La pelota sigue en el aire

Si los faroles brillaran, el rostro santo se marchitaría
preso en un octógono de insólita luz,
y todos los muchachos del amor
se cuidarían de perder la gracia.
Los rasgos de sus íntimas tinieblas
están hechos de carne, pero que venga el falso día
y que los labios de ella pierdan sus ajados colores,
que el traje de la momia muestre un antiguo pecho.

Me han dicho que piense con el corazón
pero el corazón, como el cerebro, conduce al desamparo;
me han dicho que piense con el latido,
que cambie el ritmo de la acción cuando el latido se acelere
hasta que en un plano se confundan el campo y los tejados
tan rápido me muevo por desafiar al tiempo, el caballero quieto
cuya barba se agita en el viento de Egipto.

He oído el contar de muchos años
y muchos años tendrían que atestiguar un cambio.

La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque
aún no ha tocado el suelo.

Dylan Thomas

El deseo de devorarse

Cuando dos personas que se desean están juntas y, por alguna razón, deciden aplazar el momento de devorarse les resulta casi imposible encontrar un tema de conversación. 
Cada palabra parece cargada de polen, todo suena como el aullido de lobos hambrientos. 
Casi siempre se acaba en la cama antes de lo previsto porque la búsqueda de verbos resulta insoportable.

Roberto H.Rodriguez 

sábado, 23 de febrero de 2019

miércoles, 13 de febrero de 2019

Odio a los indiferentes

"Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aque...llo con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?

Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.

Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes."

Antonio Gramsci

lunes, 28 de enero de 2019

Despotismo en el mundo



"Si quiero imaginar bajo qué rasgos nuevos podría producirse el despotismo en el mundo, veo una multitud innumerable de hombres semejantes e iguales que giran sin descanso sobre si mismos para procurarse pequeños y vulgares placeres con los que llenar su alma.

Cada uno de ellos separados de los demás es extraño al destino de todos, sus hijos y sus amigos particulares forman para él, toda la especie humana.

En cuanto al resto de conciudadanos, están a su lado pero no los ve, los toca pero no los siente, no existe mas que en si mismo y para si mismo y si todavía le queda una familia, se puede decir por lo menos, que ya no tiene patria.

Por encima de ellos, de estos individuos desarraigados, se alza un poder inmenso y tutelar que se encarga por si solo de asegurar sus goces y de vigilar su suerte. Es absoluto, minucioso, regular, previsor y benigno, se parecería al poder paterno si como él, tuviese como objeto preparar a los hombres para la edad viril, pero al contrario no intenta mas que fijarlos irrevocáblemente en la infancia. Quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que sólo piensen en gozar. Trabaja con gusto para su felicidad, pero quiere ser su único agente y su solo árbitro. Se ocupa de su seguridad, prevé y asegura sus necesidades, facilita sus placeres, dirige sus principales asuntos, gobierna su industria, regula sus sucesiones, divide sus herencias, no podría quitarles por entero la dificultad de pensar y la pena de vivir.

Es así como cada vez hace menos útil y más raro el empleo del libre arbitrio, cómo encierra la acción de la voluntad en un espacio menor y cómo poco a poco arranca a cada ciudadano hasta el uso de si mismo.

La igualdad ha preparado a los hombres a todas esas cosas, les ha dispuesto a sufrirlas y a menudo incluso a considerarlas beneficiosas.

Tras haber tomado así por turno a cada ciudadano en sus poderosas manos y haberle modelado a su modo, el soberano extiende sus brazos sobre la sociedad entera y cubre su superficie con un enjambre de pequeñas reglas, complicadas, minuciosas y uniformes, a través de las cuáles las mentes más originales y las almas más vigorosas no pueden abrirse paso para sobrepasar la multitud. No destruye las voluntades, sino que las ablanda, las doblega y las dirige. Raramente fuerza obrar, pero se opone constantemente a que se actúe. No destruye, pero se impide hacer. No tiraniza, pero molesta, reprime, debilita, extingue, enbrutece y reduce a cada nación a no ser más que un rebaño de animales tímidos e industriosos cuyo pastor es el gobierno.

Siempre he creído que esa especie de servidumbre ordenada, dulce y pacífica, que acabo de describir, podría combinarse mejor de lo que se imagina con algunas de las formas exteriores de la libertad y que no le sería imposible establecerse a la sombra misma de la soberanía del pueblo.”

El visionario de Alexis de Tocqueville en La Democracia en América, 1835.

viernes, 25 de enero de 2019

Apresurarse a vivir

Allí terminaba la ciudad. Calma y tristeza por doquier. Tenue susurrar del bosque y primaverales olores de la tierra que renacía. Allí habían muerto valerosamente sus camaradas para que fuera más bella la vida de quienes nacieran en la pobreza, de aquellos para los que el propio nacimiento era ya el comienzo de la esclavitud.

Pável se quitó lentamente la gorra, y una inmensa tristeza embargó su corazón.

"Lo más preciado que posee el hombre es la vida. Se le otorga una sola vez, y hay que vivirla de forma que no se sienta un dolor torturante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino, y para que al morir se pueda exclamar: ¡toda la vida y todas las fuerzas han sido entregadas a lo más hermoso del mundo, a la lucha por la liberación de la humanidad! Y hay que apresurarse a vivir. Pues una enfermedad estúpida o cualquier casualidad trágica pueden cortar el hilo de la existencia".

Sumido en estos pensamientos, Korchaguin abandonó la explanada.

Nikolái Ostrovski - Así se templó el acero.

sábado, 19 de enero de 2019

La felicidad sólo nace en la verdad

"Resulta que en un mundo tan terrible, es un acto de inteligencia y una necesidad incontestable sentir afinidad por aquellos que perciben esa visión tan descorazonadora. No se trata de ir por la vida rompiendo esperanzas, ni haciendo de la crítica una religión. Se trata de percibir y analizar la realidad y de no construir castillos en el aire que debiliten la posibilidad de un cambio y fomenten el individualismo y las falsas soluciones.
Así que yo digo, desencantados del mundo, sois bienvenidos a mi vida. Optimistas por decreto y fascistas del optimismo sustentado en falsedades, podéis iros al diablo.
La tristeza crece en el engaño. La felicidad solo nace en la verdad."
Extracto de entrevista radiofónica a Eduardo Galeano (2012)