¿Cuándo se quiebra una pareja? ¿Cuándo se produce ese momento de no retorno que acaba con todo y hace que ya nada vuelva a ser igual? Es triste admitir que ese instante no existe. El amor siempre muere de forma gradual, tal y como nosotros envejecemos. El final no es más que la consecuencia de un conjunto de costumbres, hechos y banalidades, que acaban esculpiendo el fracaso sentimental.
En cambio, el comienzo del romance es instantáneo. Amamos aquello que aparece en mitad de la nada para cambiarlo todo. Es sencillo rendir pleitesía y adoración por ese sentimiento que no sabemos explicar y transforma nuestros días de una forma salvaje. Pero es tortuoso y cansado aceptar y rendirse a la letanía y racionalidad de la costumbre y de lo previsible. Nos sentimos especiales cuando nos enamoramos. Pero no nos reconocemos cuando llega el desamor.
Proust decía: "El amor es la más bella de las mentiras que vive atrapada por la más terrible de las verdades: el paso del tiempo. Lo sabemos, y aún así queremos seguir creyendo en la mentira y convertimos nuestros días en una constante lucha por negar la verdad".
En cambio, el comienzo del romance es instantáneo. Amamos aquello que aparece en mitad de la nada para cambiarlo todo. Es sencillo rendir pleitesía y adoración por ese sentimiento que no sabemos explicar y transforma nuestros días de una forma salvaje. Pero es tortuoso y cansado aceptar y rendirse a la letanía y racionalidad de la costumbre y de lo previsible. Nos sentimos especiales cuando nos enamoramos. Pero no nos reconocemos cuando llega el desamor.
Proust decía: "El amor es la más bella de las mentiras que vive atrapada por la más terrible de las verdades: el paso del tiempo. Lo sabemos, y aún así queremos seguir creyendo en la mentira y convertimos nuestros días en una constante lucha por negar la verdad".
1 comentario:
Quizá su fugacidad, su condición de efímero, es lo que lo convierte en algo tan intenso, deseado o codiciado. Lo mejor de la vida es que termina, de otro modo no tendría sentido, si es que le queda alguno. De igual manera, si el amor fuera eterno por naturaleza, se cotizaría mucho más a la baja. Dejaría de ser ese chispazo que buscamos exprimir antes de que se apague.
Negar los finales es propio de nuestro tiempo. Creemos que no vamos a morir, creemos que esta relación será para siempre. Nos gusta vivir en la mentira. Allí nos arrincona el miedo a la soledad, a la finitud, al olvido, ... y allí nos quedamos. Hasta que un día cualquiera la vida nos da una patada en el culo y nos echa a la cruda realidad.
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