Poder decir algo interesante, eso me gustaría. Decir un grito espantoso y dar un susto de muerte, por ejemplo. Un chillido que despertase conciencias dormidas o pulverizase corazones de piedra. Pero esta voz no es tan fuerte ni tan nueva y lo que diga será una opinión más de tantas como las que se escuchan a todas horas. Sería un ruido más entre el ensordecedor murmullo de este enjambre de abejas laboriosas y zumbonas. Alguna servilleta arrugada y sucia de lágrimas de impotencia en la papelera u otro fantasma deambulando perdido en las redes por las que nos dejamos arrastrar buena parte de días y noches. Tener algo que decir original o no decir nada. Y no hay nada nuevo bajo el sol, así que cállate, me digo. Aprende de ese árbol que no necesita hablar. Y de tu perro, que no tiene vanidad. Suplica porque te sea concedido el silencio del caracol que se arrastra con dignidad de caracol. Los envidio.
Porque el silencio dice más que las palabras cuando de tantas que se amontonan pierden el sentido. Y ya hay exceso de palabras e imágenes de demasiados opinantes, influencers, youtubers, expertos, tuiteros o tertulianos varios, lo que sean. Incluso hay demasiadas palabras mías, demonios. “Todo el mundo tiene una opinión, igual que un culo” dice el dicho. De tanto ruido empiezan a explotar las cabezas y vomitan rabia y dolor salpicando a cualquiera que ande cerca. Y es contagioso. La gente habla y habla y grita y grita y no dice nada. O poco, seamos justos. O basura, que también.
Se documenta la vida como si la vida fuese una serie de fotografías o de videos o de citas prestadas o robadas. Quién sabe ya que es lo importante cuando nadie se atreve a verse en los ojos del otro. Ni en los propios. Se confunde lo real con la ficción o la ficción se empieza a convertir en realidad. O se convierte la realidad en ficción a través del filtro de cámaras y teclados. ¿Cómo distinguirlo en este mundo esquizofrénico? ¿Eres ese tú o eres el de la foto en la que no te reconoces porque ya no te miras ni siquiera en el espejo si no es a través de los filtros de tu smartphone? ¿Ese hombre se está ahogando de verdad en el Gran Canal de Venecia o es una actuación para disfrute de los presentes y ser grabada en un vídeo viral que hará “arder las redes”? ¿Lucimos un lazo por el cáncer de mama y lloramos en cada deceso de famoso opinando hasta la náusea sobre su vida y su muerte de la que no sabemos nada? ¿Lamentamos el asesinato de otra mujer mientras nos suicidamos lentamente en busca de una falsa perfección que no existe? ¿Nos mesamos los cabellos recordando el Holocausto judío en su aniversario dando la espalda a los genocidios que tienen hoy lugar delante de nuestras narices? ¿Somos unos hipócritas o estamos perdiendo la humanidad en una guerra sibilina contra la humanidad? No lo sé, enmudezco a pasos agigantados y solo puedo decir “por favor, cállate y escucha un rato el silencio”. O la música, vale. O, ¡por todos los cielos!, reíd.
3 comentarios:
Me gustaría tener un autógrafo de Sara lo antes posible.
Te la presento cuando quieras por Facebook. Es preciosa por dentro y por fuera.
Y además tiene buenas amigas
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