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¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha concluido,
El barco ha sorteado todos los escollos, el precio que pedimos
lo hemos ganado,
El puerto está a la vista, escucho las campanas, todo el
mundo se exulta,
Mientras que las miradas siguen la firme carena, el
valiente y audaz navío.
Pero, ¡oh corazón, corazón!
¡Oh, las sangrientas gotas rojas,
Allí sobre el puente donde yace mi capitán,
Tendido, helado y muerto.
¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las campanas;
Levántate; para ti la bandera se ha izado;
para ti el clarín resuena,
Para ti los ramos y las coronas encintadas,
para ti los muelles colmados de gente,
Es a ti al que aclama la multitud movediza, volviendo
hacia ti sus rostros encendidos:
¡Mira, capitán! ¡Padre querido!
¡Yo paso mi brazo debajo de tu cabeza!
Es como una pesadilla que sobre el puente
Tú permanezcas helado y muerto.
Mi capitán ya no responde; sus labios están pálidos e
inmóviles,
Mi padre no siente más mi brazo, no tiene pulso ni energía.
El barco está anclado, sano y salvo, su viaje ha concluido,
terminado.
De la espantosa travesía el barco regresa vencedor; cumplida
su misión;
Exultad, ¡Oh, riberas!, y sonad, ¡oh, campanas!,
Pero yo, con paso vacilante,
Abandono el puente donde descansa mi Capitán,
Yacente, muerto y helado.
Walt Whitman escribió este poema para Lincoln después de su asesinato en 1865.
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martes, 12 de agosto de 2014
Oh capitán! Mi capitán!
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