El triunfo de los hijos de puta |
Habiéndose convertido así en una herramienta sin mente,
Dietrich Bonhoeffer (1906-1945)
El triunfo de los hijos de puta |
Stephanie Rew |
No sabrás lo que es la bondad
si no has perdido nada antes,
si no has sentido el futuro disolverse,
como sal en un caldo frágil.
Lo que tenías en tu mano,
lo que contaste y guardabas con recelo,
todo eso debe irse para que sepas
lo desolado que puede ser el paisaje
entre las regiones de la bondad.
Como, viajas y viajas,
pensando que el omnibús nunca se detendrá,
que los pasajeros que comen pollo y maíz,
mirarán por la ventana para siempre.
Antes de comprender la tierna gravedad de la bondad,
debes viajar allí donde el indio con poncho blanco
yace muerto al costado de la ruta.
Debes pensar que podrías ser tú,
que él también era alguien que viajaba por la noche
con planes y el sencillo aliento que lo mantenía vivo.
Antes de conocer la bondad
como la cosa más profunda,
debes saber que el dolor es la otra cosa más profunda.
Debes despertarte con tristeza.
Debes hablar con ella hasta que tu voz
se entreteja en la red de todas las tristezas
y veas el tamaño de la trama.
Entonces solo la bondad quedará en pie.
Solo la bondad que te ata los zapatos
y te envía al mundo a contemplar el pan.
Solo la bondad que levanta su cabeza
de la multitud del mundo para decir,
es a ti a quien he estado buscando,
y luego va contigo a todos lados
como una sombra o un amigo.