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miércoles, 3 de noviembre de 2021

Selfies frívolos frases profundas / D. Mendez



¿Una galopante y abochornante falta de autoestima te lleva a compartir compulsivamente fotos de tu cuerpo en redes sociales pero te da la sensación de que son algo superficiales? ¿No quieres que la gente descubra tu insufrible egocentrismo o que necesitas follar como agua de mayo?

No te preocupes, con "Señuelo pseudopoético" podrás barnizar tu patetismo con una intelectualidad barata que logrará encandilar a personas con la misma o menos autoestima que tú.
Coelho, Bucay, letras de Fito o Pereza o frases falsamente atribuidas a Bukowski, Benedetti o Einstein darán una nueva perspectiva a tus músculos, tetas, glúteos y siliconas.
Con más de 2000 frases que no tienen correlación alguna con tus fotos.

Legitima tus fotos enseñando paquete con fragmentos de la sentencia de Nuremberg. Embellece tus domingas acompañándolas con la carta de suicidio de Kurt Cobain, tu tanga en Dubai con el discurso de Martin Luther King o aquella foto marcando pepe con tu bañador XS con las nanas de la cebolla de Miguel Hernández.

Transforma tu narcisismo en poesía y tu absoluta falta de dignidad en un clásico para la eternidad.
La mayoría de tus seguidores son tan imbéciles como tú. Ahórrate un pastizal en psicólogos y súbete a este maravilloso e indigno carrusel de vergüenza ajena.

Señuelo Pseudopoético te está esperando.

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jueves, 28 de octubre de 2021

La felicidad



Jung definía la felicidad como la consecución de lo que se quiere. Una descripción simple que Borges analizó poniendo el énfasis en su última parte “lo que se quiere”. 

Todo un universo cabe en esa querencia. Y todo un infierno.


Borges sostenía que la felicidad es antagónica al estatismo. O lo que es lo mismo que, salvo algunas excepciones, no somos conscientes de nuestra felicidad cuando la estamos disfrutando y nos damos cuenta a posteriori.

Bolaño, al ser preguntado por la depresión, insistía en el antagonismo entre felicidad y tristeza: la primera se extraña en retrospectiva al ser recordada, la segunda nos sacude sin piedad en el ahora.


Todos estos condicionantes, enmarañan nuestras vidas y convierten nuestro día a día en un transitar agónico en la búsqueda de razones, sentido y dirección, perdidos por una constante sensación de que “el presente es una especie de grasa que embadurna al pez de la felicidad para que nunca podamos agarrarlo”, como decía Camus.


“La felicidad es conseguir lo que queremos”. Ahora bien, ciñéndonos a la parte más importante de esa definición, ¿nos hemos parado a analizar qué es lo que queremos y por qué?


Creo que entre la idea que tenemos de las cosas y la realidad cabe todo un mundo de maravillas, horrores, éxtasis y decepciones. Nos movemos impulsados por la estúpida concepción de que ambas cosas son lo mismo y cuando nos damos cuenta de la cruda verdad, nos asolan sensaciones que cada vez gestionamos peor. El amor es un ejemplo claro: son muchas las personas que confunden una relación con un proceso de escultura agotador, en el que se intenta convertir a la persona amada en lo que creen que debería ser.

 
Ese proceso no solo ocurre en el amor. Sucede constantemente en cada aspecto de nuestras vidas, desde el más esencial al más nimio. Nuestro trabajo, unas vacaciones, una cena con los amigos...
La ambición, la expectativa emocional, comanda nuestra trayectoria rutinaria y nos acaba convirtiendo en esclavos de una parte de nosotros que somos incapaces de analizar y entender, cometiendo, muchas veces, los actos más ridículos e inexplicables. 


Creamos una serie de condiciones para que algo pueda ser considerado como satisfactorio sin preguntarnos de donde salen esos mínimos innegociables. Vivimos dominados por la constante proyección, por una necesidad incontrolable de que la realidad se amolde a nuestras expectativas y llamamos a eso conformismo, cuando, en esencia, no hay mayor acto de conformismo que dejarnos comandar por leitmotivs cuyos origénes desconocemos. Y ese conformismo, hoy día, se ve más impulsado que nunca por nuestras vidas en redes, repletas de conceptualizaciones estandarizadas de lo que debemos querer y lo que no, de lo que debemos ser y lo que no, de lo que es la felicidad y lo que no.


Roald Amudsen fue la primera persona en alcanzar el Polo Sur. Empleó las dos terceras partes de su vida en lograr ese objetivo y consiguió batir al capitán Scott en una épica lucha que quedó en los anales de la historia. Lo que poca gente sabe es que, como cuenta la biografía “My life as an explorer: a memoir”, esa estraordinaria aventura no estuvo a la altura de las dichosas expectativas de su protagonista y eso causó en el noruego una depresión de la que tardó años en recuperarse y que a punto estuvo de costarle la vida.
“No hay mayor infierno que verte poseído en una búsqueda, sin saber qué se busca”, dejó escrito Amudsen. Y para muestra un botón conocido por todos: los miles de actores inmortales, superestrellas del rock, deportistas imbatibles, escritores tocados por un Dios o millonarios en la cumbre del poder que acabaron con su vida por las drogas, por desamor, por la depresión o lo que es lo mismo, por no encontrar el sentido a su vida, por no saber qué buscaban.


Superada su depresión, Amudsen volvió a encontrar la pasión por la exploración y se embarcó en varios proyectos en el Polo Norte. Mientras iniciaba los preparativos dio una serie de conferencias en los Estados Unidos para contar su odisea en el Polo Sur. Un periodista le preguntó por su superada “tristeza”. La respuesta de Amudsen, en un inglés impecable, pero frío como su país de origen, sonó tan cálida como indescifrable en aquel auditorio de San Francisco, un día de invierno de 1913: “La felicidad es la única cosa del mundo que muere cuando la imaginamos”.

 

D. Méndez

sábado, 16 de octubre de 2021

Do not go gentle into that night/Dylan Thomas


No entres dócilmente en esa noche quieta. 

La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día; 

Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa, 

porque sus palabras no ensartaron relámpagos 

no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde 

rabian, rabian contra la agonía de la luz. 

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera y aprenden, 

ya muy tarde, que llenaron de pena su camino 

no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros 

rabian, rabian contra la agonía de la luz. 

Y tú, padre mío, allá en la amarga cima, maldice, bendíceme ahora con tus fieras lágrimas, te suplico. 

No entres dócilmente en esa noche quieta. 

Rabia, rabia contra la agonía de la luz». 

 

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Do not go gentle into that good night,

Old age should burn and rave at close of day; 

Rage, rage against the dying of the light.

Though wise men at their end know dark is right, 

Because their words had forked no lightning they 

Do not go gentle into that good night.

Good men, the last wave by, crying how bright

Their frail deeds might have danced in a green bay, 

Rage, rage against the dying of the light. 

Wild men who caught and sang the sun in flight, 

And learn, too late, they grieved it on its way, 

Do not go gentle into that good night. 

Grave men, near death, who see with blinding sight  

Blind eyes could blaze like meteors and be gay, 

Rage, rage against the dying of the light. 

And you, my father, there on the sad height, 

Curse, bless, me now with your fierce tears, I pray. 

 Do not go gentle into that good night. 

Rage, rage against the dying of the light.

sábado, 10 de abril de 2021

Así somos los cronopios



Un Cronopio es un dibujo fuera del margen, un poema sin rimas", sin embargo por la libertad que brinda el autor, definir a un Cronopio es casi imposible, sin embargo, brindaremos atributos que hacen a un Cronopio ser él:

Un Cronopio no es hermoso como una Fama o una Esperanza, los Cronopios son simples, les gusta sentirse a la moda, lo que no implica que sigan las últimas tendencias, solo buscan la comodidad, prefieren andar descalzos, a ellos el contacto con la tierra les recuerda su pasado, los invita a un futuro y a despegarse del suelo algunas veces. Son tan soñadores, que se elevan, y por ello de vez en cuando, realmente muy frecuentemente, golpean el suelo, por caerse de las nubes. ¡No importa!, ellos siempre se levantan porque creen que la vida es de caer y levantarse, si, eso es la vida para ellos, un compendio de momentos, un retazo de instantes, que recuerdan fotográficamente y que se les graban hasta en los huesos; por ello nunca dejarán de querer volar nuevamente y no se armarán de excusas para no hacerlo. Ellos tienen la necesidad de compartir instantes y necesitan volar para hacerlo.

Siempre encuentran lo bonito de cada momento, son románticos y un poco ilusos, por eso cada instante es perfecto, cada momento es excepcional, cada palabra es poesía. Un momento común y corriente para otro no lo es para él. El Cronopio magnifica la belleza, la abraza, la hace suya, por eso disfruta los momentos que comparte con el ser amado mientras se olvida del mundo, todo se detiene y el Cronopio sólo puede imaginarse en ese aquí y en ese ahora, sólo puede contemplar la belleza de los labios que se mueven mientras hablan, el sonido que emana de ellos, sólo puede concentrarse en el alma del otro que se devela y sale por sus ojos, y lo toca, él siente las caricias del alma y las de la piel. De repente mira al cielo mientras es abrazado o besado, ve que es luna llena, la tibia y tenue luz de un farol a lo lejos crea extrañas sombra en el suelo, escucha y contempla el movimiento de las ramas de un árbol agitadas por el viento, una flor, el eco de las voces y las risas alrededor, el corazón se le llena y el Cronopio piensa ¡Qué momento tan perfecto!.

Ese sentido poético del Cronopio, no sólo hace que este ser encuentre la belleza en sus instantes, la armonía en el caos, sino que también hace de él un ser un poco depresivo, el dolor también lo hace más grande, más profundo, más fuerte. Por cosas que los demás mortales no sufrirían, el Cronopio sufre, sufre más, sufre el doble. Probablemente la razón para que él sane y olvide más rápido es su forma de sufrir, lo hace más profundamente pero en más corto tiempo que los demás, hasta que él encuentre de nuevo algo que lo sorprenda. Como necesita poesía, necesita amor.

Los Cronopios son optimistas, ya que “no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos y al final solo pueden admirar la belleza, duermen y sueñan para “levantarse contentisimos”. Esa es la razón por la cual a los Cronopios les encanta dormir y lo hacen con tanto gusto, pues una hora más de sueño, es una hora más de sueños. A los Cronopios, los reconforta su cama, se sienten libres y tranquilos. Entre las tibias cobijas, se imaginan en el vientre del universo, la cabeza en la almohada es un portal a los pensamientos, que a veces no los dejan dormir.

Para ellos no hay placer más infinito que soñar acompañados de su ser amado, dormir sintiendo el calor y el olor del otro cuerpo a su lado y por la mañana despertarse y verlo hasta en esa contemplación quedarse dormido de nuevo.

“Los Cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegrías y gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dice: no vayas a lastimarte”. Los Cronopios cuidan de sus recuerdos, más nunca los retienen o atan, ellos permiten que sean libres, hasta de abandonarlos, pero siempre están abiertos a su regreso, y los cuidaran.

Los Cronopios no son ricos, básicamente porque para ellos no tienen sentido tener algo que no se usa. De igual manera son un poco distraídos, están cansados de un mundo acartonado y lleno de reglas que sólo se aplican cuando conviene. 

domingo, 21 de febrero de 2021

La tormenta de arena/H. Murakami


«A veces el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí solo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta.»

«Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.»

sábado, 13 de febrero de 2021

El tiempo, gran escultor

 << Y sin embargo el amor a los animales es tan antiguo como la raza humana. Millares de testimonios escritos o hablados, de obras de arte y de gestos evidenciados, dan fe de ello. Amaba a su asno, aquel campesino marroquí que acababa de oírlo sentenciar a muerte porque él, durante semanas y semanas, había estado vertiendo sobre sus largas orejas cubiertas de llagas aceite para motores, por creerlo más eficaz, al ser más caro, que el aceite de oliva que abundaba en su pequeña granja. La horrible necrosis de las orejas había ido pudriendo poco a poco al animal entero, al que ya no le quedaban muchos días de vida, pero que seguiría hasta el final cumpliendo con su tarea, al ser el hombre demasiado pobre para consentir en sacrificarlo. Amaba a su caballo, aquel rico avaro, que llevaba a la consulta gratuita del veterinario europeo al hermoso animal de pelaje gris, orgullo de los días de fantasía, y cuya enfermedad se debía únicamente a un alimento no apropiado. Amaba a su perro, aquel campesino portugués, que llevaba en brazos, todas las mañanas, a su pastor alemán con la cadera rota, para tenerlo a su lado durante su largo día de trabajo como jardinero, y alimentarlo con los restos de la cocina. Aman a los pájaros, ese anciano o esa anciana de los desmedrados parques parisinos, que alimentan a las palomas y de los cuales se ríe la gente sin razón, puesto que gracias a ese batir de alas a su alrededor entran en contacto con el universo. Amaba a los animales el hombre del Eclesiastés cuando se preguntaba si el alma de las bestias desciende bajo la tierra; y Leonardo, que liberó a los pájaros presos en un mercado de Florencia, o también esa china de hará mil años que al encontrar, en un rincón del patio, una enorme jaula con un centenar de gorriones –pues su médico le recomendaba que comiese cada día los sesos de un pájaro aún tibios– abrió de par en par las puertas de la jaula: «¿Quién soy yo para preferirme a estas bestezuelas?». Las opciones que debemos tomar continuamente, las tomaron antes que nosotros. >>

Marguerite Yourcenar

jueves, 11 de febrero de 2021

Poems




 

domingo, 7 de febrero de 2021

Poliamor / Juan Solá


"Las camas están hechas para dos, incluso las más pequeñas.
Tres en una cama no se hace, no se dice, no se usa.
Elija a uno y que el otro duerma en el piso, en el patio, en otra casa. En otro corazón.
Porque al corazón se lo pueden romper en mil pedazos, porque eso es sano.
Está de moda.
Pero elegir dividir el corazón no se hace, no se dice, no se usa. Dividir es más barato que romper, pero romper es lo que se estila. Las camas están hechas para dos.
Uno es muy poco, pero tres son demasiados.
El código es binario. El código es estricto.
Quiere tener un hijo pero todavía no tiene con quién.
Tenerlo sola es muy poco, tenerlo de a tres es muchísimo.
Quiere formar una familia, pero todavía no tiene con quién.
Usted solo no es nada, pero tres son demasiados.
Tres son multitud, porque vienen acompañados de las armas de miles de soldados de la moral.
Armas como los cuchillos, que hacen más daño que ruido.
El amor es de a dos hasta que aparece alguna puta que no sabe contar, leí una vez.
Y usted no puede enamorarse también de la puta.
No vale amar a la puta.
El amor es de a dos porque digo yo, porque lo dice mi madre, porque lo dijo mi abuela y a mi abuela se lo dijo su madre que era una santa y jamás se atrevió a mirar a otro hombre o mujer.
Porque el matrimonio es de a dos, no de a tres ni de a cinco.
Así manda el Dios que me crio.
Ámense los unos a los otros, pero de a dos, porque los números impares incomodan (salvo que hablemos de pecados capitales.) Dígale Dios o como quiera, lo importante es que mande y que usted le crea y que no se anime.
Animarse es otra forma de pecado.
Los amores únicos también son como cuchillos que hacen más daño que ruido.
Elija a uno solo y ámelo para siempre.
Y mejor que elija bien, porque vas a ponerle sobre los hombros la carga de serlo todo.
Cantante y matemático, pintor y administrador, esposo y hermano, esposa y amiga, que cocine como una madre y coja como una puta y se vista como una princesa y lo defienda como una guerrera.
Todo ella sola.
¿Todo ella sola?
Si a mí me gusta cómo besa Sergio y cómo me abraza Rosario y cómo me sonríe Julián, pero tengo que elegir, porque las camas están hechas para dos.
Las camas y las leyes del imaginario colectivo.
Adán y Eva. Eva y Perón. Romeo y Julieta. Pinky y Cerebro.
El que cocina y el que lava.
Batman y Robin, hasta que apareció la puta de Batichica.
Amor de a tres no es amor, es lujuria.
Qué me importa lo que usted sienta.
No es amor porque yo digo.
Qué me importa que se necesiten.
Qué me importa que sean tres seres diferentes y que cada uno sea tan especial para los otros.
Elija, todo no se puede.
Porque yo digo. Yo mando.
Mando sobre su cama y sobre su corazón y sobre cómo entiende el amor.
Yo mando.
El problema con los que mandan es que sólo saben contar hasta dos.
¿A quién ama más, a su mamá o a su papá?
Tiene que elegir, no vale decir que a los dos por igual.
El amor es de a dos, ¿escuchó?
Tampoco vale decir que son dos personas distintas y que cada uno es hermoso a su manera.
Y ni se le ocurra hablar de lo que cada uno puede darle individualmente.
No puede tener a los dos. Quiero que elija a uno. ¿A quién quiere más, a su mamá o a su papá?
Escoja uno: un dios, un amigo, un solo hermano.
No puede amar a todos.
No puede amar, ni siquiera, a dos."

Microalmas. Juan Solá.

jueves, 28 de enero de 2021

El feminismo de Fran Lebowitz

"Cuando surgen casos de violaciones, maltratos y derivados a la mujer, siempre creeré a la mujer. Creo que debe demostrarse que lo que dice la mujer no es verdad y no lo contrario. 

Solo las mujeres podemos entender esto, porque llevo demasiadas décadas siendo mujer, porque he sido mujer y he trabajado de camarera y sé lo que era, es y probablemente seguirá siendo ser mujer. Y sí, seguro que habrá mujeres que mientan, sería estúpido decir lo contrario pero no cambiará mi forma de verlo. (...)



Respecto al movimiento #metoo al que apoyo, debo decirte que hay algo que me preocupa enormemente. Este movimiento nace porque las estrellas de cine deciden hablar. Resulta abominable pensar que un problema que lleva existiendo desde que habitamos el planeta, solo coja fuerza y sentido cuando celebridades se atreven a dar el paso y denunciar. 

Estados Unidos tiene un problema muy grave porque ya hemos llegado a un punto en que las necesidades más importantes, la reclamación de derechos más esenciales, solo tienen éxito si se envuelven de glamour, si se les perfuma con el aroma del éxito, si se marketinizan. 

Y eso, sinceramente, me preocupa aún más que la misoginia y el machismo porque revela que la gente solo es capaz de empatizar a través de la admiración y no por un sentido de solidaridad con un igual". 

Fran Lebowitz 

jueves, 21 de enero de 2021

Hope is...



Hope is the thing with feathers
That perches in the soul,
And sings the tune without the words,
And never stops at all,

And sweetest in the gale is heard;
And sore must be the storm
That could abash the little bird
That kept so many warm.

I've heard it in the chillest land,
And on the strangest sea;
Yet, never, in extremity,
It asked a crumb of me.

Emily Dickinson