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jueves, 22 de diciembre de 2016

Malditos sean los tibios de corazón

No soporto a los tibios de corazón. Los aborrezco, es algo visceral y racional al mismo tiempo. Tibios de corazón, indiferentes y cobardes. Y me refiero a una cobardía estructural, no al miedo insuperable. Los cobardes morales ni siquiera se plantean abandonar su zona de ensimismado confort. Estoy convencida de que el porcentaje de individuos de verdad malvados que hay en el mundo es pequeño, quizá muy pequeño, incluso ínfimo. Los auténticos culpables de que la vida pueda ser tan cruel y de que la Tierra se convierta en un valle de lágrimas son los tibios de corazón, porque esos sí que son legión, esos son muchísimos; esos quizá sean, por desgracia, la mayoría de los seres humanos, y son quienes no se enfrentan a los energúmenos, quienes no protegen a los indefensos, quienes permiten con su callosa indiferencia que el Mal campe a sus anchas. Son los niños que dejan que un matón torture a un compañero de clase, los padres que prefieren no enterarse, los oficinistas que admiten el acoso a un colega, los vecinos que hacen oídos sordos al ruido de golpes y llantos que se cuela a través de las paredes, o que secundan a un presidente despiadado y se niegan a poner una rampa en el portal que permitiría salir a la calle al vecino en silla de ruedas. Toda esa gentuza es la peor. Alfredo Llopico, un amigo con quien hablé de esto, me mandó dos citas maravillosas. Una es del Apocalipsis, en donde Jesús dice: “Conozco tus obras, sé que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca”. Y la otra es de la Divina Comedia, de Dante, en donde, en el ‘Canto III del Infierno’, encontramos que las almas más despreciables son aquellas “que vivieron sin merecer alabanzas ni vituperio (…) que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que sólo vivieron para sí”. Siempre hemos sabido que los culpables del horror del mundo son los tibios de corazón. Malditos sean.

http://elpaissemanal.elpais.com/columna/rosa-montero-malditos-los-tibios/

viernes, 16 de diciembre de 2016

No digas que no sabes lo que haces

Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
-pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto

. - Ángel González


sábado, 3 de diciembre de 2016

Ser feliz es tener hambre

"Mi padre me decía que para hacer feliz a una mujer no hace falta mucho... es decir, - se explicaba mejor-, no se necesita mucho esfuerzo, pero se necesita mucha pasión.
No hace falta mucho dinero, pero necesitan de la creatividad.
Llévala a pasear, me decía.
Llévala a los callejones de la ciudad.
Llévala a mirar las cosas pequeñas, a ver cómo las viejitas riegan los balcones. Que las caminatas ayudan, también a enamorarse de más, me decía. Porque cuando se camina, los pensamientos estúpidos fluyen y sólo queda el presente, la belleza del día, ustedes dos.
Luego, llévala a tomar un aperitivo, me decía. Esa será la prueba del nueve. Tomar un buen aperitivo juntos, descansen de la caminata, beber y comer, ríanse, demonios.... hazla reír.
Y si después el aperitivo te dice:
"yo todavía tengo hambre, vamos a cenar?"
Entonces significa que esa persona está realmente bien contigo.
Es feliz, me decía. Porque una mujer, cuando está bien, siempre tiene hambre...."

Texto: Anónimo.

Comienzos y finales

“¡Qué grandes son las cosas en sus comienzos! Nunca en los principios hubo pequeñeces. (Henri Barbusse “Le Couteau entre les dents”)

Todos los finales son también comienzos. Simplemente no lo sabemos en el momento.” (Mitch Albom “Las cinco personas que conocerás en el cielo”)

“La verdad siempre resplandece al final, cuando ya se ha ido todo el mundo.” (Julio Cerón)