Siempre con el alma en vilo
esperando ese mensaje de vuelta...
Mendigando tus besos como una pordiosera de ojos suplicantes,
piernas flacas y rodillas sucias.
Lamiendo, famélica, las migajitas de ese amor raquítico
que a veces dejas sobre el mantel.
Lamiendo, famélica, las migajitas de ese amor raquítico
que a veces dejas sobre el mantel.
Así me tienes, hijo de la gran puta,
Impecable como un diario lleno de tachones.
Fiable como un barco sin timón.
Divina como una plaga de langosta.
Magnífica como una mansión habitada por fantasmas,
como una tormenta de verano.
Gentilmente agraciada, además,
con un fino acabado de vellosidades varias, estrías, puntos rojos y negros, venitas azules, pliegues carnosos, finas arrugas, cicatrices, marcas de acné y poros dilatados.
Lengua imprudente, manos torpes y mirada de loca ausente.
Rematada -con gran acierto-
por una maraña de cabello revuelto
coronando una enorme y dura cabeza (rozando siempre las nubes)
Perfecta, joder, ¿es que no lo ves?
-------------------------------------------------------------
Quizá, ya si eso, te llamo un día de estos...
Puede que, para entonces, hayamos barrido nuestras tristezas,
perdonado nuestras faltas, olvidado las pequeñas miserias...
Sí, seguro.
Es posible que, pasado ese tiempo, hayamos cambiado los dos,
que yo sea muñequita de cuerda y tú soldado de plomo.
Algo así.
¡Oh! ¡qué felices seremos! ¿verdad? ¿VERDAD?
Sí, claro, nos volveremos a ver.
En otro momento, o en otro país, en otro mundo, en otra vida...
quizá pueda ser, quizá esto pueda funcionar...
Pero no, sabemos que no.
Que nunca llegará ese día,
que si nos encontramos, seremos los mismos.
Que aún con rescoldos de fuego en las pupilas,
nos miraremos fríamente y nos temblará la voz.
Que no habrá fuegos artificiales, ni magia, ni nada.
No lo habrá.
Tan solo la brevedad en el saludo,
una mirada furtiva al acompañante...
Luego nos alejaremos a paso acelerado.
Puede que giremos la cabeza, una última vez,
buscando un atisbo de complicidad, de nostalgia...
Pero no, no lo haremos.
Estaremos muy ocupados mirando hacia delante con orgullo,
con la garganta atravesada por espinas
y brasas en las mejillas.
Disimulando las ganas de romper en llanto.
roñoso de mierda.
--------------------------------------------------------
Mírame,
tan perfecta como un cuadro torcido,
como un poema sin rima,
como un mueble antiguo roído por la carcoma.
Tan útil como un lápiz sin punta
o como una mesa coja.
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Mírame,
tan perfecta como un cuadro torcido,
como un poema sin rima,
como un mueble antiguo roído por la carcoma.
Tan útil como un lápiz sin punta
o como una mesa coja.
Impecable como un diario lleno de tachones.
Fiable como un barco sin timón.
Divina como una plaga de langosta.
Magnífica como una mansión habitada por fantasmas,
como una tormenta de verano.
Gentilmente agraciada, además,
con un fino acabado de vellosidades varias, estrías, puntos rojos y negros, venitas azules, pliegues carnosos, finas arrugas, cicatrices, marcas de acné y poros dilatados.
Lengua imprudente, manos torpes y mirada de loca ausente.
Rematada -con gran acierto-
por una maraña de cabello revuelto
coronando una enorme y dura cabeza (rozando siempre las nubes)
Perfecta, joder, ¿es que no lo ves?
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Quizá, ya si eso, te llamo un día de estos...
Puede que, para entonces, hayamos barrido nuestras tristezas,
perdonado nuestras faltas, olvidado las pequeñas miserias...
Sí, seguro.
Es posible que, pasado ese tiempo, hayamos cambiado los dos,
que yo sea muñequita de cuerda y tú soldado de plomo.
Algo así.
¡Oh! ¡qué felices seremos! ¿verdad? ¿VERDAD?
Sí, claro, nos volveremos a ver.
En otro momento, o en otro país, en otro mundo, en otra vida...
quizá pueda ser, quizá esto pueda funcionar...
Pero no, sabemos que no.
Que nunca llegará ese día,
que si nos encontramos, seremos los mismos.
Que aún con rescoldos de fuego en las pupilas,
nos miraremos fríamente y nos temblará la voz.
Que no habrá fuegos artificiales, ni magia, ni nada.
No lo habrá.
Tan solo la brevedad en el saludo,
una mirada furtiva al acompañante...
Luego nos alejaremos a paso acelerado.
Puede que giremos la cabeza, una última vez,
buscando un atisbo de complicidad, de nostalgia...
Pero no, no lo haremos.
Estaremos muy ocupados mirando hacia delante con orgullo,
con la garganta atravesada por espinas
y brasas en las mejillas.
Disimulando las ganas de romper en llanto.