Hoy hubiese cumplido 16 años.
La primera vez que vi a Maya era una bola de pelito con un lazo rojo que corría a mi encuentro.
Y desde entonces no pude dejar de
amarla.
No me interesan parrafadas sobre la ley de vida, porque siento su ausencia como un puñal atravesado.
Mi pequeña, mi amor.
Eres el mejor regalo de cumpleaños que he tenido nunca.
Te voy a echar de menos el resto de mis días.