"Las fronteras que dividen la vida de la muerte son sombrías y vagas... ¿Quién deberá decir donde termina el uno y dónde comienza la otra?"
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lunes, 30 de abril de 2012
domingo, 29 de abril de 2012
Tu canción
Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito.
Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.
Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción.
Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición. En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción.
Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.
La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad.
Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás.
Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estás confundido.
No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado.
Tolba Phanem - mujer, poeta africana.
miércoles, 25 de abril de 2012
Esperanza
"La esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien,
sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga”
Vaclav Havel.
lunes, 16 de abril de 2012
A todos ellos
A todos ellos
A los que se quedaron dormidos en el nunca,
a los que sueñan sus verdades y se las niegan,
a los que tienen mucho miedo,
y lloran por cualquier cosa
y se ocultan la cara de vergüenza.
A los tímidos, a los solos, a los raros,
a los que dudan y dudan y les llaman inmaduros, débiles,
A los que duermen en la fría cama del psiquiátrico,
a las madres que cogen la mano de su hijo ingresado,
os digo que no nos vendan verdades, que la verdad no existe,
la verdad y la razón son creaciones del hombre para doler, para medir,
Hay que luchar contra el silencio, y la ignorancia, no somos enfermos.
Quién tiene la verdad absoluta, la realidad absoluta,
que la muestre, que la enseñe si puede, es mentira, mentira, no existe.
A los que llevan cicatrices de haberse rajado las venas,
a los que consiguieron no rajárselas,
a los que les paraliza la angustia, les paraliza para ser, amar , soñar,
a los que llaman vagos, idiotas, locos, débiles.
No escuchéis la voz de los que viven solo para tener
A los que, la ansiedad, les hace fumar dos paquetes diarios,
a los que no son sociables, ni aptos,
ni lúcidos, ni extrovertidos,
ni empáticos, ni asertivos, ni normales,
a los que nunca superaran un test psicotécnico,
a los que llevan medicación en el bolso y el monedero vacío,
a los que ahora están atados a una cama y no nos oyen,
a los psiquiatras que abrazan a sus pacientes
y pidieron alguna vez consejo a un esquizofrénico,
A los que tenemos certificado de disminución
y leemos a Lorca y a Nietszche y lo que haga falta,
a los que no soportaron el túnel y se fueron para siempre,
a los que atravesamos cada día el túnel agarrados aunque sea a las paredes negras,
a todos los que saben o quieren escucharnos,
y no se fían sólo de los manuales, libros, tesis, estudios y estadísticas,
a los psicólogos que dan besos,
A los que hemos pasado ya el infierno y el cielo y no queremos volver nunca más allí.
A los que roban dolor y devuelven sonrisas, dice Sabina.
Y sobretodo a todas esas pupilas dilatadas de tanta química
que miran aturdidas y absortas
pero tienen la luz más hermosa.
Escrito por La Princesa Inca.
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