Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición,
el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca,
las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre,
la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente,
ya el hombre se levanta a la voz del ave,
ya se han oscurecidolos que miran por las ventanas,
pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos que cercan, las hordas. (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo..
JL Borges
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viernes, 30 de octubre de 2009
Los justos
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Jorge Luis Borges
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Jorge Luis Borges
lunes, 26 de octubre de 2009
Certezas que desayunan dudas
Nosotros trazamos borradores de cómo cambiar algo (en) el mundo. Sin guía ni certeza alguna. A la intemperie. ¿Qué son las dudas embarazadas, Eduardo?
“Yo hablo siempre que hay que dudar, que dudar es bueno, contra una tradición -a mi juicio nefasta- de la izquierda tradicional que elogiaba siempre a la certeza y desconfiaba de la duda. Creo que la duda es muy buena, porque la duda genera certezas más dignas de confianza que las certezas heredadas desde la verdad dogmática. Yo tengo algunas certezas pero que cada mañana desayunan dudas, ¡por suerte!, porque esas dudas que desafían las certezas las alimentan.
Yo creo que el barbudo este don Carlitos Marx no se equivocó cuando creyó que la contradicción es el motor de la historia humana. En efecto, es la duda la que hace posible que las contradicciones que toda certeza encierra puedan expresarse de una manera fecunda y libre. Eso implica una negación del pasado dogmático, la idea de que el buen militante es un buen papagayo, un mono de buena conducta, que sabe copiar pero no sabe crear: una idea ajena a lo que el mundo necesita hoy por hoy para salir de este callejón sin salida”.
Eduardo Galeano en una entrevista de Kaosenlared.net
“Yo hablo siempre que hay que dudar, que dudar es bueno, contra una tradición -a mi juicio nefasta- de la izquierda tradicional que elogiaba siempre a la certeza y desconfiaba de la duda. Creo que la duda es muy buena, porque la duda genera certezas más dignas de confianza que las certezas heredadas desde la verdad dogmática. Yo tengo algunas certezas pero que cada mañana desayunan dudas, ¡por suerte!, porque esas dudas que desafían las certezas las alimentan.
Yo creo que el barbudo este don Carlitos Marx no se equivocó cuando creyó que la contradicción es el motor de la historia humana. En efecto, es la duda la que hace posible que las contradicciones que toda certeza encierra puedan expresarse de una manera fecunda y libre. Eso implica una negación del pasado dogmático, la idea de que el buen militante es un buen papagayo, un mono de buena conducta, que sabe copiar pero no sabe crear: una idea ajena a lo que el mundo necesita hoy por hoy para salir de este callejón sin salida”.
Eduardo Galeano en una entrevista de Kaosenlared.net
lunes, 19 de octubre de 2009
No estarás
Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original
de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré amor mío,
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel
donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles
y de puentes.
No estarás para nada,
no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente
trata de acordarse de ti.
Julio Cortázar
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original
de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré amor mío,
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel
donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles
y de puentes.
No estarás para nada,
no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente
trata de acordarse de ti.
Julio Cortázar
domingo, 11 de octubre de 2009
Cansado
Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabrá si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
Oliverio Girondo
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabrá si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
Oliverio Girondo
Ligero equipaje
Dicen que al cambiar de continente se da vuelta la vida.
La luna se ve del revés y el agua cae por el desagüe en sentido contrario.
Una mujer se desdobló cuando cruzó el Atlántico.
Venía de una casa de mujeres solas y pasó a ser sólo una mujer.
Vivió la mitad de su vida en cada tierra, se convirtió en residente de su propio mundo porque ningún lugar ya le pertenecía.
Y cuando llegó el momento del recuento, de la decisión que inclinaría la balanza en una u otra dirección, hizo la maleta.
No se supo más de ella.
La manivela rota.
La luna se ve del revés y el agua cae por el desagüe en sentido contrario.
Una mujer se desdobló cuando cruzó el Atlántico.
Venía de una casa de mujeres solas y pasó a ser sólo una mujer.
Vivió la mitad de su vida en cada tierra, se convirtió en residente de su propio mundo porque ningún lugar ya le pertenecía.
Y cuando llegó el momento del recuento, de la decisión que inclinaría la balanza en una u otra dirección, hizo la maleta.
No se supo más de ella.
La manivela rota.
sábado, 10 de octubre de 2009
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